¡Sana tus heridas emocionales!
¡Mitad de semana amig@s!
Sanemos nuestro corazón, sanemos nuestra mente de todo eso que no nos
deja avanzar y trascender; sigue leyendo y aprende como lograrlo con tan solo 5
pasos.
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Besos y buena vibra.
5 pasos para sanar
nuestras heridas emocionales
Las experiencias dolorosas que desarrollamos a lo largo de nuestra vida
conforman nuestras heridas emocionales. Estas heridas pueden ser múltiples y
podemos llamarlas de muchas formas: traición, humillación, desconfianza,
abandono, injusticia…
No obstante, debemos de hacernos conscientes de nuestras heridas
emocionales y evitar maquillarlas, pues cuanto más tiempo esperemos a sanarlas
más se agravarán. Además, cuando estamos heridos, vivimos de forma constante
situaciones que tocan nuestro dolor y hacen que nos pongamos múltiples máscaras
por el miedo a revivir nuestro dolor.
Así es que, a continuación, os mostramos 5 etapas que necesitamos
experimentar para sanar nuestras heridas emocionales:
Acepta la herida como
parte de ti mismo
La herida existe, puedes estar o no de acuerdo con el hecho de que
existe pero el primer paso es aceptar esa posibilidad. Según Lisa Bourbeaur, aceptar una herida
significa mirarla, observarla detenidamente y saber que tener situaciones que
resolver forma parte de la experiencia del ser humano.
No somos mejores o peores solo porque algo nos haga daño. Haberte
construido tu coraza de protección es un acto heroico, un acto de amor propio
que tiene mucho mérito pero que ya ha cumplido su función.
Es decir, te protegió de los ambientes que te dañaron pero, una vez que
la herida está abierta y la puedes ver es momento de pensar en sanarla. Aceptar
nuestras heridas resulta muy beneficioso entre otras cosas porque nos ayudará a
no querer cambiarnos a nosotros mismos.
Acepta el hecho de que
lo que temes o reprochas, te lo haces a ti mismo y a los demás
La voluntad y la decisión de sobreponernos a nuestras heridas es el
primer paso hacia la paciencia, la compasión y la comprensión con nosotros
mismos. Estas cualidades que desarrollarás para ti mismo, irás desarrollándolas
para con los demás, lo que alimentará tu bienestar.
A veces no nos damos cuenta de que ponemos nuestras expectativas vitales
en los demás, esperando que suplan nuestras carencias y que colmen nuestras
esperanzas. Lo cierto es que nuestro comportamiento lleva a anular nuestras
relaciones y gran parte de nuestra vida, generando gran malestar porque los
demás no responden como esperamos.
Darte el permiso para
enfadarte con aquellas personas que alimentaron esa herida
Cuanto más nos dañen y más profundas sean nuestras heridas, más normal y
humano resultará culpar y sentir enfado hacia quien nos perjudicó. Date permiso
para enfadarte con ellos y perdónate a ti mismo.
De lo contrario, desahogarás todo ese rencor contigo mismo y con los
demás, pues si lo haces es como si estuvieras arañando tus heridas de forma
constante. Sentirse culpable dificulta el perdón pero liberarnos de esa culpa y
el rencor es la única forma de sanar nuestras heridas.
También es necesario perdonar, pues debemos aceptar que las personas que
hieren es probable que lleven dentro un profundo dolor. Nosotros mismos dañamos
a los demás con las máscaras que nos ponemos para proteger nuestras heridas.
Ninguna transformación
es posible si no se acepta previamente la herida
Estas heridas emocionales te van a enseñar algo, aunque es probable que
te cueste aceptarlo porque nuestro ego crea una barrera de protección bastante
eficaz para ocultar nuestros problemas.
Lo cierto es que, normalmente, el ego quiere y cree tomar el camino más
fácil pero en realidad nos complica la vida. Son nuestros pensamientos,
reflexiones y actuaciones los que nos la simplifican, aunque nos parezca
demasiado complicado por el esfuerzo que requiere.
Intentamos esconder la herida que más nos hace sufrir porque tememos
mirar de frente a nuestra herida y revivirla. Esto nos hace portar máscaras y
agravar las consecuencias del problema que tenemos; pues, entre otras cosas, dejamos
de ser nosotros mismos.
Darte tiempo para
observar cómo te has apegado a tu herida en todos estos años.
Lo ideal es deshacernos de estas máscaras cuanto antes, sin juzgarnos ni
criticarnos, pues esto nos permitirá identificar cómo debemos tratar nuestras
heridas para sanarlas.
Es posible cambiar de máscara en un mismo día o llevar la misma durante
meses o días. Lo ideal es que seas capaz de decirte a ti mismo: Vale, me he colocado esta máscara y la razón ha
sido esta. Entonces sabrás que estás en camino y que en el resto del viaje, tu
guía será la inercia que te permita sentirte bien sin ocultarte.
Fuente Lamenteesmaravillosa
Fuente Lamenteesmaravillosa
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